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Cartas a mi ser de luz.


No ha sido fácil entonces ni lo está siendo ahora... Hoy necesitaría poder escaparme a tu mundo de locos... Arroparme en la dulzura de Alma... O perderme en el silencio de Sam... Hoy os echo tanto de menos...

Hoy es un día más, demasiado parecido a otros semejantes... Hoy es otra despedida... Hoy es un ¡esto es demasiado duro!...

Pero tú no eras muy fuerte y libraste tantas batallas... ¿Cómo me atrevo a fallarte?... ¿Cómo un encontronazo con la realidad va a ser lo que nos haga perder de vista nuestra misión de vida?

Mi pequeño Buggy... Luchaste hasta el último segundo de tu vida... No has querido rendirte nunca! Y yo, que soy mucho más fuerte que tú, sólo consigo desviar la mirada buscando un lugar en el que dejar caer la toalla.

Hoy es uno más de esos días que no son fáciles... Tú sabes de qué hablo!... Uno de esos días en los que todo el mundo se vuelve más importante que aquellos que jamás lo dicen... Un día en el que todo tiene una dimensión inmensa en un momento en el que debería volverse ínfimo... Hoy es el ego por encima del corazón y este nunca juega limpio... Hoy es un YO por encima de un ELLOS.

Y me rindo, Buggy... ¡Yo no voy a cambiar el mundo!...

Los humanos seguiremos siendo crueles y vosotros seres de luz...

No importa cuanto se haga... No importa cuanto se luche... No importa nada... Nada cambia!

Y entonces... Yo me rindo.

No, no me envíes tus imágenes para hacerme recordar qué valió la pena por ver un segundo tu sonrisa...

No me envíes gatas que por fin dejan que las toque después de mucho tiempo... No me envíes motivos, Buggy!... Porque ya los tengo! A mi me sobran motivos para seguir por encima de lo que sea... Pero no tengo fuerzas.

Todos lo hacemos tarde o temprano... Todos cogemos la bolsa donde deberíamos cargar las fuerzas y la llenamos con decepciones y desilusiones... Pero estas, traicioneras, pesan mucho más de lo que parece.

Porque nunca alguien fuerte lo ha hecho a base de cargarse de algodón de azúcar ya que la fortaleza reside en superar batallas... Una tras otra y tantas como vengan... Hasta que las yagas en el alma dejan que se cuelen sensaciones de derrota. Es entonces cuando todo está perdido... Cuando no vale la pena... Cuando debemos retirarnos.

Contigo perdimos la batalla, pequeño Buggy y hoy soy yo la que pierdo la guerra.


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